"La primera ley de la historia es no atreverse a mentir, la segunda, no temer decir la verdad" Su Santidad Leon XIII

sábado, 20 de agosto de 2011

A los jóvenes provida


El debate sobre el aborto es capital. Y digo capital porque es el debate de los principios que rigen nuestra sociedad. En realidad, y lo digo firmemente, no habría que debatir la posibilidad de legalizar un error que repulsa a la razón humana. Pero hay que hacerlo. Seguramente Uds. que son provida, a diario se enfrentan con personas que están a favor de la despenalización del aborto y comienzan un debate, que en la mayoría de las veces, no conduce a nada. Terminado, se preguntan como puede ser que no lo vean, como puede ser que estén debatiendo si aceptamos la eliminación de una vida humana TOTALMENTE inocente y sin posibilidad de defensa. Evidentemente estamos en una época extraña, por no juzgarla caótica. Pero hay que dar batalla. Qué el debate no lleve a nada no quiere decir que no haya que darlo, pues no solamente esta implicada la persona antivida, que merece conocer la verdad, sino que también están implicados quienes comparten este debate, o sea, quienes escuchan atentamente.

En principio, hay que tener en cuenta que en este debate no hay “verdades”. No existe “tu verdad” y “mi verdad”. Aceptar esta tónica es defeccionar frente a la evidencia, es dejar al niño no nacido en manos del médico asesino. En este debate esta quién defiende una vida y quien acepta eliminarla. No esta, como nos quieren hacer creer, quienes defienden a la madre con riesgo de muerte y quienes, con un pensamiento oscurantista, se niegan a aceptar esta medida humanizadora y novedosa. Su dialéctica nos quiere posicionar en una etapa histórica “atrasada” y son en realidad ellos quienes luchando por la legalización del asesinato de un inocente nos están llevando a las peores épocas del pasado mitológico. Solo hay que recordar los sacrificios humanos de los aztecas. Sino estamos convencidos de esto será difícil que convenzamos a quienes están indecisos en su posición, pues son tibios o ignorantes. Hay que afirmarse en la verdad, aunque nadie lo entienda.

Por otro lado, hay que saber que la aceptación del aborto es la destrucción del orden natural en el que se asienta todo el edificio de nuestra sociedad. La mente que acepta profundamente la idea del aborto es una mente enferma, una mente que se ha extraviado. En esta persona ha ganado su pasión más oscura, ha ganado el egoísmo más destructivo. Por supuesto, no todos los que están a favor del aborto han destruido su lógica sino quienes son activos propulsores de esta práctica. Muchas personas aceptan el aborto por una falsa humanidad, creyendo que ayudan a la madre en riesgo de vida. Estoy convencido de que la gran mayoría de la población argentina, indecisa o con una opinión poco firme a favor de la despenalización no tiene ni idea de lo que esta aceptando. Por eso mucha gente luego de ver una ecografía 3D cambia rápidamente de opinión y ve al aborto como lo que es: una práctica aberrante.

Pero lamentablemente el pequeño grupo abortista ha destruido su lógica natural y se guía por una idea desarrollada en las mentes más egoístas y destructivas del mundo. Quieren imponernos, no solamente el asesinato de los más inocentes, sino una nueva forma de pensar anclada en las pasiones más violentas del ser humano y un individualismo atroz. ¡Imagínense una sociedad construida sobre estas bases! Como ven gana el que tiene más fuerza.

La mentalidad abortista es una mentalidad materialista y egoísta. Es materialista pues acepta al niño solo sí se hace material y presente, solo si lo ve y lo puede tocar. A su vez, es egoísta ya que, para esta persona, solo tiene vida cuando ella así lo quiere. ¡Le doy vida cuando lo nombro! ¡Solo Dios tiene esa potestad! En definitiva, la mentalidad abortista es una actitud totalitaria revestida de falso humanismo que decide sobre la vida del otro con el solo hecho de nombrarlo o no. ¡Quién dijo que las palabras no matan!

Terminadas estas elecciones lo primero que harán las “fuerzas oscuras” será presionar para legalizar el aborto y, según la información de Notivida en su entrega número 769 del 17 de agosto, la legalización del matrimonio entre transexuales, trans y travestis incorporada en la Ley de Identidad de Género. Ellos avanzan en medidas que cambiaran para siempre la geografía social de nuestro país y todo frente a la mirada atenta de quienes nos hacemos llamar “providas”. No podemos dejar que un pequeñísimo grupo decida sobre algo tan importante para una sociedad, que es la aceptación del asesinato de inocentes sin ninguna posibilidad de defensa. Hagamos que la Argentina sea el primer país en Hispanoamérica, ejemplo de todos los demás como fuimos antaño, de aceptar la vida de los más inocentes y de negarnos a eliminarlos por el solo hecho de existir.

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