A continuación cito un artículo interesantísimo sobre el cambio en la forma de ejercer poder, el cambio, según el profesor Carrasco Villalobos, del “principio de verticalidad” al “principio de horizontalidad”. Les recomiendo para completar esta lectura, el libro “La Revolución Cultural” del R. P. Alfredo Sáenz donde analiza el pensamiento de Antonio Gramsci y la Nueva Izquierda.
Prof. José Carrasco Villalobos.
Hablar hoy del “conflicto estudiantil”, el paro y las protestas, que ya se extiende por más de dos meses, es poco novedoso, pero cuando hacemos un pequeño análisis politológico, parece que estamos frente a un tema no menor, no por el hecho de no ver cumplidos sus petitorios y demandas, sino porque, leyendo muchos de sus carteles y documentos nos plantean una cosa que ya intuíamos, como es el cambio de la Constitución, denominada pinochetista, por un nuevo sistema político denominada Asamblea Constituyente, representativa de las asambleas ciudadanas. Eso nos da una certeza frente al conflicto, que es el uso de los problemas reales, como es el “mal servicio” entregado en educación, ya sea, manejada por las municipalidades, o subvencionada, y por otra parte, las universidades particulares, que han creado carreras que se denominan de pizarrón, con un igual ingreso y egreso de estudiantes en sus carreras, hecho que no ha resistido el mercado laboral, y es de perogrullo que, se ha lucrado durante los últimos veinte años de gobiernos neomarxistas, sin dar ninguna solución y, en el tiempo, el lucro, se ha ido transformado en una simples “plataformas políticas” para promover no sólo el "cambio en la calidad educación", sino la implementación de una nueva forma de gobierno que funciona por medio de las “asambleas locales” para llegar a la instauración de la llamada “Asamblea Constituyente” o consejos autogestionarios. Entonces, es importante en este análisis no solo conocer y describir el problema, sino que fundamental es el determinar cuál es la naturaleza ideológica del conflicto, qué factores intervienen y cuáles serían las implicancias a corto y largo plazo en Chile.
Dentro de un cambio real: un Gran Proceso.
Hoy, vemos que a nivel nacional y mundial, se está produciendo un reacomodamiento de los principios económicos del capitalismo financiero, asimismo en este proceso estamos en presencia de la caída estrepitosa del dólar, y por ende, las economías de occidente han entrado en una especie de colapso. Por otro lado, desde hace muchos años los principios filosóficos que sustentaban al concepto de Estado – Nación se ve enfrentado a una disolución o a un desmantelamiento que lo ha dejado irreconocible, debido a la institución de un novedoso sistema de "fragmentación" o "micro naciones”. Y todo esto ¿a qué responde?, pues como ya hemos venido diciendo, toda esta transformación “no es espontánea” o a causa de una “evolución ciega”, sino que más bien, a un PROCESO mundial de cambio, es decir, pasar de una sociedad moderna de principios absolutos a un sistema postmoderno sustentado por el principios de "Indeterminación". Es como decía Foucault, la entronización de la “nueva civilización”. Sepamos, que en este PROCESO, se ha definido muy bien “un programa, una estrategia y una acción”. Por eso, los hechos que hoy vemos tienen una naturaleza ideológica con nombre y apellido: Estructural-Deconstruccionismo.
De la República a las Asambleas Constituyentes.
Como ya sabemos, en el siglo XIX las monarquías eran desplazadas por la República, sistema de predominio laico que establecía una nueva característica de gobierno, era el Estado-Nación, cuyo gobierno de esencia vertical, daría “progreso y felicidad” a los pueblos que aún vivían bajo el llamado “oscurantismo monárquico y religioso” que por cientos de años había gobernado Europa. Sin embargo, esas promesas de la modernidad no se cumplieron y en la segunda mitad del siglo XX, comenzó a desarrollarse bajo un proceso ideológico, el mayor e importante cambio que se haya conocido en nuestros tiempos, nos referimos al desmontamiento de la naturaleza del concepto y la estructura del Estado-Nación a favor de la llamada sociedad molecular en pos del “Gobierno mundial”. Es un cambio que tiene una raíz metafísica, por eso, al abordarla sobre simples análisis históricos o de recortes de noticias de diarios, no habrá claridad ni entendimiento, pues esta nueva expresión tiene un trasfondo filosófico e ideológico expresado en el principio “ametafísico” o de Indeterminación (Heidegger). Esa transformación se ha impuesto en el tiempo por casi dos generaciones, por medio de una gigantesca propaganda introducida en todos los ámbitos, pero en especial en los contenidos de la educación, donde los niños y los jóvenes son los principales actores de futuros cambios en el desplazamiento del llamado “principio metafísico del ser y la verticalidad” a favor del llamado “principio ametafísico del no-ser y la horizontalidad”.
Abolición del individuo, fortalecimiento del colectivo.
El “principio de verticalidad” radica en concebir al sujeto como fundamental con una naturaleza trascendente; se representa como autoridad, ya sea en la figura del padre, el rey el presidente o el patrón; su poder se apoya en la ley, ya sea, revelada por Dios, ley natural o ley positiva, de allí se deduce que todos tienen derechos y deberes, indicativo de libertad del individuo. Se establece de esta manera, lo que se llama el buen gobierno cuyo fin es propender al principio de “bien común”.
El "principio de horizontalidad", es concebido sobre la base del principio ideológico del Estructural-deconstruccionismo, por ello, conduce a prescindir de la naturaleza y esencia metafísica que informan al “principio de la verticalidad”, y por lo tanto, donde había sujeto trascendental, ahora existe el colectivo y el inconsciente, el nosotros, lo social, lo intersubjetivo, lo simbólico, lugar donde desaparece lo racional y la libertad; en el lenguaje ideologico, eso se denomina como “movimientos sociales” o “colectivos”, con la característica fundamental de la autodetermición o “autonomía”, y por ende, una prescindencia absoluta de toda autoridad, dejando en claro, que todo se resuelve en la estructura. Esta forma social de gobierno responde a una nueva dinámica de ejercer el poder difundido entre las microestructuras; es el espacio donde nadie tiene el poder exclusivo, pues todo es poder.
No obstante, hay que destacar que, la horizontalidad sobrevive en forma paralela al verticalismo, ambos son simétricos, y no establece contradicción al sistema vertical, no es antisistémico, ni dialéctico, por eso que se la identifica como una “fuerza asistemica”, expresión que denota que se encuentra en estado de “suspensión” entre lo sistémico y lo antisitemico; por ello su objetivo no es romper, sino que pasar por el lado u obviar al sistema para formar una realidad paralela, distinta a la anterior. No destruye, sino no más bien, establece nuevos espacios de realidad que poco a poco va hegemonizando ideológicamente.
La nueva política o la hegemonía de “lo político”.
Por muchos años hemos visto que la Política, con mayúscula, se ha hecho sobre la base de instituciones fundamentales del Estado (Ejecutivo, Legislativo y Judicial), hoy ese modelo ha venido sufriendo profundos cambios, pues a partir del mismo Estado, se ha impuesto una especie de descentralización de las principales instituciones que fueron importante en favor del bien común, sin embargo, con el fin de entregar a las personas más “participación democrática” se está llamando a que se agrupen en pequeñas estructuras de defensa, ya sea, contra la globalización o como una función política, a favor de lo que se ha llamado la "pequeña política", de hecho, después de la caída del muro de Berlín, símbolo del comunismo estalinista, han surgido entidades paralelas al Estado, como las conocidas ONG’s (organizaciones no gubernamentales), que han aportado en el tiempo un millonarios financiamientos para fomentar el surgimiento de “movimientos sociales”, educados bajos la ideología del “empoderamiento” y la deconstrucción, en favor de la defensa de sus derechos de todo tipo, todo eso trajo la fragmentación y la apropiación del espacio geográfico y social, así lo confirma el filosofo Felix Guattari, al proponer “enfrentar al sistema de estructuras dominantes por medio de la deconstrucción con una nueva praxis política, basada en la desterritorialización o nueva territorialización en la que los actores marginales”, organizadas en “colectivos” o “movimientos sociales”, asumen un papel de expropiadores políticos, para generar una nueva expresión ideológica, un nuevo sentido y poder de las cosas. Son las minorías que se empoderan de los territorios o de las palabras, donde se pone en práctica, por medio de la transformación del lenguaje la anulación de sus verdaderos sentidos: nacen los llamados “espacios de libertad” o de “agenciamiento”, produciendo nuevos territorios culturales, por ello hoy, son tan importantes la denominadas “tribus ecológicas, urbanas, bandas de rock, movimientos culturales como el teatro callejero (mimos, payasos, zombis,) humor callejero, las batucadas, barras bravas de fútbol, los mil tambores, homosexuales, prostitutas, estudiantes secundarios y universitarios y las naciones étnicas entre muchas otras”, que practican y se sienten “empoderadas” ideológicamente por una autonomía radical, y para sus fines, activan como medio de organización y de información las tan conocidas "redes sociales", recordemos que Stward Brand, creador de la internet, aseguró que estas “dan poder a los individuos y quita el poder a las instituciones mediadoras dejándola en manos de las gentes” o del colectivo, aniquilador de la autoridad. Surge así un “espacio de poder y de organización” que se levanta de manera horizontal o "asistemica" conocido como "lo social" a favor de la anulación del antiguo modelo vertical o de autoridad.
Situcionismo, guerrilla lúdica.
Derribar la verticalidad es una necesidad de la nueva hegemonía ideológica asistémica, deconstruccionista, a favor de la nueva civilización como señaló Michel Foucault; éste insiste en hay que subvertir el estado de alienación, esto es, la racionalidad y la norma que se impone desde el poder, se trata de deconstruir la “razón” occidental a partir de la “sinrazón” puesta en la “marginalidad”, actuando la locura y la sinrazón como formas de contrapoder. De hecho, Foucault entiende que la locura y la sinrazón son formas de transgredir y provocar la ruptura con el orden establecido. El loco mismo es la protesta contra las formas sociales de exclusión. En definitiva, la locura y la sinrazón despliegan sus poderes y se constituyen en agentes político revolucionarios fundamentales. Foucault, sabe que los medios sobran en esta lucha por la desalienación del poder normalizador, por eso recurre a todas las estrategias de lucha como el “situacionismo” o praxis revolucionaria, usada durante el Mayo francés de 1968 o por los Yippis, movimiento contracultural nacido en Haight-Ashbury, San Francisco, recordemos que este movimiento contracultural usó un arma poderosa como la risa y lo lúdico, expresado en el teatro callejero y de mimos, bailes, los disfraces o las performances; todo “lo espontáneo” como se conoció, servía para combatir la autoridad.
Es la táctica guerrillera de la “no-violencia activa” de Gandhi que está de moda. Por eso, hoy no ha sido raro ver como en las protestas de los “Indignados”, alrededor del mundo, se ha repetido la misma estrategia, incluso las protestas estudiantiles en Chile, han debutado todo un aparataje cultural como las bandas de rock de todo tipo, movimientos culturales como el teatro callejero (mimos, payasos, zombis, escuelas de bailes) humor callejero, las batucadas, barras bravas, los mil tambores, homosexuales, prostitutas, estudiantes secundarios y universitarios y las naciones étnicas, incluso a la performance del asalto "piketero" a un condominio y locales comerciales por “neoanarquistas” que actúan molecularmente, cosa que ha sido como el broche de oro. Éstos no adscriben a ningún partido político, son verdaderos "nómades de la expropiación del territorio", siendo una complicación para la autoridad, pues son inasibles, y no pueden ser imputados como delincuentes, pues el juez vio sólo un acto cultural. Toda esa praxis revolucionaria deconstruccionista, sirve para promover, entonces, las llamadas Asambleas Constituyentes, institución que dista mucho del modelo planteado, ya en el siglo XIX o durante la revolución bolchevique en Rusia; ahora hablamos de un gobierno horizontal sin autoridades que ejerzan el poder, pues ahora todos son poder y donde nadie es poder.
Implicancias del Deconstruccionismo orgánico en la transformación.
Es dentro de estos levantamientos o acciones revolucionaria “asistémicas” que se mueve el gran PROCESO ideológico deconstruccionista de transformación sociopolítica. Son las movilizaciones sociales que durante 20 años han ido decantando en la formación de organizaciones del tipo micros "asambleas locales" y que entran a participar en la mayor expresión como son las “Asamblea Constituyente o soviets postmodernos" y cuyo fin sería imponer un nuevo gobierno. El nuevo poder, la nueva legislación o la nueva justicia se haría sobre la base de las “asambleas locales” bajo el amparo de la Asamblea Constituyente. De esta forma, el gobierno, la ley y la justicia, ahora serían ejercidos por la “asamblea local” que puede recaer en la figura, por ejemplo, ya sea de una barra brava de futbol “X” o en grupos artísticos “Y” (recordemos que ellos se sienten depositarios de la representación de “lo social”).
Y que pasa con la AUTORIDAD de todo tipo, en especial del gobierno, los profesores los padres de familia, que se han visto sobrepasado, ya por el pueblo, los alumnos o los hijos…la respuesta está en que la hegemonía ideológica de la deconstrucción horizontal, está dirigiendo y mandando en todas partes de la sociedad, eso implica que estamos frente a la ABOLICIÓN de la autoridad en pos de la ESTRUCTURA MOLECULAR. Ahora todos tienen poder y autoridad: ¿y qué pasó con el individuo, el humanismo?, Foucault, nos recuerda que el siglo XIX Nietzsche informó de la muerte de Dios, el siglo XX se informa que asistimos a la muerte del Hombre .
Fuente: Deconstrucción
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