La historiografía argentina, en su mayoría, ha abrevado de fuentes “mitológicas” para tratar el tema de la Revolución de Mayo. Los “mitos” más difundidos, y que tienen la clara intención de fundamentar una doctrina política o social determinada, son varios, pero se resumen a uno solo. Por ello, Enrique Díaz Araujo decía que:
“Tal historiografía partía de un postulado no demostrado: que la América española había gemido en una esclavitud de tres siglos, de lo que concluía en la necesidad de una revolución “regeneradora”. Furia anti-hispánica, tratándose de la Gran Castilla, de la España Imperial descubridora, conquistadora y colonizadora, que se trocaba en tibio “reformismo” respecto de la España Borbónica del Despotismo Ilustrado y de la Decadencia, y en estimulante emulación referida a la España de la Crisis, la Constitucionalista Liberal de Cádiz, que era la niña de sus ojos”
En definitiva, “Ocurriera o no en la realidad, en las historias clásicas es inevitable el postulado ideológico. Así, al modo en que venía sucediendo en Cádiz (y en Bayona), en Buenos Aires se abría buscado atacar principalmente la Tradición Cristiana” [1]
Es por todo lo expuesto que a continuación, y siguiendo el magistral ensayo de Enrique Díaz Araujo, Mayo Revisado, expondremos los “mitos” de Mayo más difundidos, ya sea por la historiografía liberal como por la marxista.
La "Memoria Autógrafa" de Cornelio Saavedra
Una de las fuentes más utilizadas por la historiografía “clásica” o liberal es la “Memoria Autógrafa” de Cornelio Saavedra. Dicha “Memoria” cae en cinco falsedades notorias, a saber:
1ª) Que el conflicto se trabó entre “europeos” y “americanos”;
2ª) que la plaza estuvo llena de gente con escarapelas azules y blancas;
3ª) que el Obispo Benito de Lué y Riega mocionó en el Cabildo Abierto el día 22 para que se obedeciera a cualquier español que hubiera en América:
4ª) que los secretarios de la Primera Junta prestaron igual juramento que los vocales;
5ª) que hubo una “máscara” de Fernando VII. [2]
No se reparó en tres factores desfavorables a su credibilidad:
1°) dicha Memoria la fechó Saavedra el 1° de enero de 1829; esto es, diecinueve años después de los acontecimientos que pretendía rememorar, cuando su autor tenía 70 años de edad, y estaba algo próximo a morir (falleció el 29 de marzo de 1829).
2°) En el orden general es sabido que, pasado el tiempo, los protagonistas de un suceso histórico tienden a reelaborar sus recuerdos en función de las nuevas y posteriores perspectivas epocales. En este caso, el horizonte de la Independencia, recién establecido en 1816, reenviaba hacia atrás todas sus implicancias, suscitando el anacronismo evidente de suponer que lo que era válido desde la década de 1820, también había estado vigente antes de 1810. Esto, sin descontar que ya anduviera dando vueltas una cierta mitología que tiñera con colores de epopeya popular y republicana los sucesos de Mayo.
3°) Saavedra había estado perseguido y exiliado en Chile muchos años. No era difícil, pues, que en tren de reivindicación, no resistiera la tentación de actualizar sus laureles conforme los nuevos patrones políticos, y se presentara como “Precursor de la Independencia”
“Como fuere –dice Díaz Araujo-, lo seguro es que aquellas cinco notas que se asentaban en esta “Memoria”, no pudieron ser corroboradas por otros documentos. Entonces se imponía una elemental precaución heurística. Empero, ese no fue el criterio predominante de la historia clásica; la cual, si bien era glorificadora de la posición morenista, o sea, anti-saavedrista por principio, concluía paradojalmente fundándose en dicha “Memoria” en forma exclusiva” [3]
El historiador francés, Paul Groussac, aconsejaba su uso con “cautela y precaución” ya que había encontrado varios errores, entre ellos:
1°) Fija como fecha del Cabildo Abierto el 20 de mayo cuando fue el 22
2°) dice que Ruiz Huidobro decidió el voto por el reconocimiento de la Regencia!
La fábula del pueblo protagonista postulada por Vicente Fidel López
Vicente Fidel López, sobre la participación del “pueblo” en la Revolución del 25 de mayo decía:
“Índice: Agitación general y ocupación de la plaza por la multitud… Entusiasmo espontáneo del pueblo… Irrupción del pueblo…
Grupos numerosísimos de jóvenes, movidos por aquella inquietud febril que se apodera de todos los espíritus en estas ocasiones, recorrían las calles reuniendo adeptos por todas las casas de origen americano, para que no quedase duda de la imponente unanimidad con que la opinión pública exigía la destitución del virrey…
De este modo, la asamblea debía resultar naturalmente compuesta de una inmensa mayoría de patriotas revolucionarios, apoyados por una multitud agitada que se había acumulado en la plaza… la enorme acumulación de las gentes, sin más nombre que el de “pueblo”, que bullía en la plaza…
Pero el pueblo, con aquellas intuiciones de la segunda vista que iluminan los grandes entusiasmos, se había echado en el movimiento con una confianza absoluta en su triunfo…” [4]
Por si acaso, López expresaba:
“Los cuarteles de patricios y de las demás tropas urbanas –decía- estaban en una fermentación que por instantes tomaba las proporciones de una corrida a las armas” [5]
¿Por qué estas expresiones?
“La historiografía clásica primigenia, ecléctica y salomónica, intentaba situarse a medio camino. Mentaba al “pueblo armado”, o las “milicias populares”, a fin de hacer más tolerable al paladar civilista la insoslayable presencia militar, de los “Cuerpos de Guarnición”, con sus Comandantes al frente. Esto es, que introducía en escena una primera “máscara”, la del pueblo protagonista, mediatizándola de inmediato con el co-protagonismo de las “milicias urbanas”. [6]
En sucesivos post se tratará el tema de la participación popular en la Revolución. Por ahora apuntamos que no fue para nada popular.
Visión marxista
Díaz Araujo dice que “esa hipótesis liberal o “clásica”, fue mantenida como dogma intangible e inflexible por la historiografía posterior de signo marxista” y nos da el ejemplo de Norberto Rodríguez Bustamante:
“Empezamos a ser país independiente (sic) con una revolución. Al igual que la francesa de 1789 y la norteamericana de 1776, aunque en mucho menor grado, ella significó aquí y para nosotros, la penetración de las ideas modernas superadoras de los privilegios feudales” [7]
Entonces, dice Díaz Araujo, Mayo es “revolución ideológica con el “feudalismo” (y la “superstición y el fanatismo”, podría haberse añadido, para no dejar al cristianismo afuera). Visión “social-demócrata”: mitad marxismo, mitad liberalismo” [8]
Los estudios contemporáneos destruyen esta falacia. En el estudio de Brian R. Hamnett se lee:
“En la América Española, la Corona no gobernaba por medio de la nobleza territorial, es decir, la clase latifundista, que era predominantemente criolla. Los dueños de haciendas… no formaban parte integrante de la élite gobernante…
No obstante, las sociedades de la Nueva España y del Perú no fueron sociedades feudales… Los virreinatos americanos no vivieron en un mundo feudal y medieval, sino bajo un sistema post-feudal del “antiguo régimen”, en el cual los principios del absolutismo se entrelazaban con los del corporativismo” [9]
El “Dogma de Mayo” postulado por Estevan Echeverría
El nombre de Mariano Moreno no se mencionaba en la primera época (1810-1852), salvo en las Memorias de su hermano Manuel. En cambio, “si se recorre lo escrito –dice Raúl A. Molina- después de la batalla de Caseros se advierte ya el panegírico de Mayo y muy particularmente de Mariano Moreno, que dura casi todo el resto del siglo…” [10]
Estevan Echeverría parece ser el primero en postular las tres proposiciones falsas referidas al mito de Mayo:
1°) “En Mayo de 1810 se inauguró en el Plata la revolución de la Independencia”
2°) “En Mayo el pueblo empezó a existir como pueblo. Su condición de ser experimentó una transformación repentina. Como esclavo, estaba fuera de la ley del progreso, como libre entró rehabilitado en ella”.
3°) “Mayo echó por tierra la barrera que nos separaba de la comunión de los pueblos cultos” [11]
El mito de “los trescientos años del despotismo” hispano
El primero que comenzó con este mito fue Mariano Moreno, quien en el “Prólogo” a la reedición castellana del “Contrato Social” de Rousseau, afirmaba que el ginebrino fue el primero que “disipando completamente las tinieblas con que el despotismo envolvía sus usurpaciones, puso en clara luz los derechos de los pueblos”.
El otro escritor fue el Deán Gregorio Funes quien en su “Historia Civil” publicada en 1816 escribía:
“La Revolución norteamericana, y la reciente de la Francia habían suscitado entre nosotros los derechos naturales del hombre”. Luego condenará los “trescientos años de esclavitud”.
A modo de conclusión
1. La historiografía liberal que deplora la figura de Saavedra utliza SOLAMENTE sus Memorias para fundar su posición "civilista y democrática" de la Revolución del 25, Memoria que no esta apoyada en ningún otro documento desapasionado, pues Cisneros y Salzar, este último del Apostadero Naval de Montevideo, siguen la línea de Saavedra en cuanto a la "Mascara de Fernando VII"
2. La historiografía no confirma la "Mascara de Fernando VII", o sea, juramentar públicamente fidelidad al rey cautivo con la clara intención de no guardar sus augustos derechos sobre las Indias.
3. La Revolución de Mayo NUNCA buscó la Independencia del Virreinato sino más bien la Autonomía, un contrato entre nuevas bases, entre el Rey y sus vasallos americanos.
4. La Revolución de Mayo no la hicieron los letrados sino que la acompañaron. La Revolución la hicieron los patricios comandados por Saavedra y especialmente fue Chiclana quien impuso gran parte de las condiciones revolucionarias.
5. La Revolución no fue para cambiar el sistema político y social imperante sino para CONSERVARLO de los sanguinarios y ateos revolucionarios franceses.
6. No hubo participación del "pueblo" como lo entendemos hoy. Solo hubo una vanguardia civil-militar que acompañó el proceso. Fue una revolución ARISTOCRÁTICA, no popular.
7. La Revolución fue "usurpada" (palabras de un médico mendocino testigo del proceso revolucionario) por Mariano Moreno y sus secuaces, que le dieron un tono sangriento y despiadado.
A modo de conclusión
1. La historiografía liberal que deplora la figura de Saavedra utliza SOLAMENTE sus Memorias para fundar su posición "civilista y democrática" de la Revolución del 25, Memoria que no esta apoyada en ningún otro documento desapasionado, pues Cisneros y Salzar, este último del Apostadero Naval de Montevideo, siguen la línea de Saavedra en cuanto a la "Mascara de Fernando VII"
2. La historiografía no confirma la "Mascara de Fernando VII", o sea, juramentar públicamente fidelidad al rey cautivo con la clara intención de no guardar sus augustos derechos sobre las Indias.
3. La Revolución de Mayo NUNCA buscó la Independencia del Virreinato sino más bien la Autonomía, un contrato entre nuevas bases, entre el Rey y sus vasallos americanos.
4. La Revolución de Mayo no la hicieron los letrados sino que la acompañaron. La Revolución la hicieron los patricios comandados por Saavedra y especialmente fue Chiclana quien impuso gran parte de las condiciones revolucionarias.
5. La Revolución no fue para cambiar el sistema político y social imperante sino para CONSERVARLO de los sanguinarios y ateos revolucionarios franceses.
6. No hubo participación del "pueblo" como lo entendemos hoy. Solo hubo una vanguardia civil-militar que acompañó el proceso. Fue una revolución ARISTOCRÁTICA, no popular.
7. La Revolución fue "usurpada" (palabras de un médico mendocino testigo del proceso revolucionario) por Mariano Moreno y sus secuaces, que le dieron un tono sangriento y despiadado.
NOTAS
[1] DÍAZ ARAUJO, Enrique: Mayo Revisado. T. I. Buenos Aires, Editorial Santiago Apostol, 2005, p.41.
[2] SAAVEDRA, Cornelio: “Memoria Autógrafa”, en: VARIOS AUTORES: Los años de la emancipación política. Colección dirigida por Adolfo Prieto. Rosario, Editorial Biblioteca, 1974, pp. 72, 73, 75.
[3] DIAZ ARAUJO, Enrique: ob. cit., p.45.
[4] LOPEZ, Vicente F.: Historia de la República Argentina, su origen, su revolución y su desarrollo político hasta 1852. Nueva Edición, Buenos Aires, La Facultad, 1911, t° III, pp. 9, 10, 21, 22, 23, 27, 28.
[5] Ibidem, p.45, 46.
[6] DIAZ ARAUJO, Enrique: ob. cit., p.47.
[7] RODRIGUEZ BUSTAMANTE, Norberto: Prefacio, a: Hombres de Argentina. I – De Mayo a Caseros. Buenos Aires, Eudeba, 1962, p.10.
[8] DIAZ ARAUJO, Enrique: ob. cit., p.47.
[9] HAMNETT, Brian R.: Revolución y Contrarrevolución en México y el Perú. Liberalismo, Realeza y Separatismo (1800-1824). México, FCE, 1978, p.10.
[10] MOLINA, Raúl A.: “La primera polémica sobre la Revolución de Mayo. Antecedentes del proyecto de monumento a los autores de la Revolución de Mayo. 1826”, en: Historia. Buenos Aires, XVI, n° 49, octubre-diciembre 1967, pp. 41-42.
[11] HALPERIN DONGHI, Tulio: El pensamiento de Echeverría. Buenos Aires, Sudamericana, 1951, pp. 114, 115, 117.
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