Marche una milanesa a la parrilla
La imaginación de algunos de nuestros legisladores parece no tener límites cuando lo que está en juego son cuestiones intrascendentes. Días atrás, en un alarde de creatividad y preocupación por las cosas importantes no resueltas que afectan a millones de argentinos, el diputado nacional oficialista Mariano West (Frente para la Victoria) presentó un proyecto de ley para instituir, el primer domingo de octubre de cada año, el Día Nacional de la Parrilla.
No podía ser que habiéndose impulsado -también desde filas oficialistas- una iniciativa para convertir a la milanesa a la napolitana en patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires la herramienta utilizada para hacer a las brasas la mejor carne del mundo quedara en el olvido.
Entre los fundamentos esgrimidos por el legislador se indica que su objeto es "otorgar el reconocimiento permanente del símbolo por excelencia de nuestra gastronomía, la parrilla. Nuestra tradición asadora debe ser protegida y promocionada en el nivel nacional como una forma de rescatar la cultura y las costumbres de nuestro país", para continuar diciendo que "la difusión de estos valores reafirma nuestra identidad nacional". En este sentido -agrega el autor-, "debemos posicionar a la parrilla como experiencia de placer y de alta gastronomía, que valorice los elementos característicos del territorio nacional, respete la biodiversidad y la naturaleza y exalte el origen y la tipicidad de productos de nuestro país como la carne y el vino".
El proyecto de ley ha sido girado a la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados con la aclaración de que "la elección del día propuesto no obedece a ningún hecho o hito histórico que lo justifique en particular, en tanto y en cuanto todas las fechas son buenas cuando de proponer esta celebración se trata".
También en el ámbito porteño se preocuparon por las cuestiones gastronómicas. En efecto, la Legislatura porteña buscó darles reconocimiento a las comidas argentinas más tradicionales a través de un proyecto impulsado por la diputada kirchnerista Inés Urdapilleta, quien propuso incluirlas dentro del patrimonio cultural de la ciudad de Buenos Aires. Entre los platos más destacados estaban la milanesa a la napolitana, los sorrentinos, la pizza con fainá, la fugazzeta, el queso y dulce y el vermut. Pero la mala repercusión que provocó la iniciativa en la opinión pública hizo postergar el debate del proyecto en la Comisión de Patrimonio.
No se entiende la firme determinación de algunos legisladores de impulsar proyectos inoportunos frente a las graves circunstancias que viven muchos de quienes ellos dicen representar. Hay, por cierto, asuntos que tienen una mayor prioridad y deberían encabezar la lista de preocupaciones más que ponerse a pensar qué hacer con las milanesas o las parrillas. Por sólo mencionar algunos, se podría usar el tiempo para analizar qué propuestas podrían presentarse para encarar el deplorable estado y la falta de equipamiento de los hospitales públicos, la inseguridad, el desprecio por el cuidado del espacio público y la impunidad creciente, que deja sin castigo a quienes sistemáticamente violan las normas.
Una de las causas que probablemente posibilitan estas desafortunadas iniciativas legislativas tiene que ver con la existencia de las listas sábana, por medio de las cuales los candidatos a legislador no responden necesariamente a los intereses de los ciudadanos que les otorgaron el mandato, sino que su verdadero compromiso es con quien lo colocó en la lista.
Es de esperar que la prometida y siempre postergada reforma política, con la atenuación del sistema de listas sábana, sea llevada finalmente a cabo. Y es de desear que los legisladores asuman su verdadero rol como integrantes de uno de los poderes del Estado, cumplan cabalmente con sus responsabilidades y puedan rendir cuentas de sus acciones como legisladores ante quienes los ungieron como tales.
Visto en La Nación
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