"La primera ley de la historia es no atreverse a mentir, la segunda, no temer decir la verdad" Su Santidad Leon XIII

viernes, 17 de febrero de 2012

La utilización del “pueblo” en la Historia Argentina

El 25 de mayo a las 8 de la mañana el Cabildo Ordinario, publica un comunicado contestando la petición hecha por los dos vocales, Saavedra y Castelli. En este comunicado confirma a Cisneros en la Presidencia y dice que sí es necesario, hará uso de las armas a su mando para ello. El Cabildo Ordinario había dejado su posición mediadora y se había pasado del lado de los virreinales y peor aún, quería sostenerla con las armas.

Esto hizo explotar la revolución. Una multitud se concentró en los pasillos del Cabildo y otro tanto se apersonó en calidad de Diputados de la Junta, exponiendo que el “pueblo” se hallaba en ebullición porque Cisneros tenía el manejo de las armas. En realidad, los ex vocales Saavedra y Castelli, enviaron a sus Diputados (el fraile mercedario Juan Manuel Aparicio y el Mayor Juan Ramón Balcarce) acompañados por los “chisperos” y “manolos” de French y Beruti. Esta agitación llevó a los cabildantes a suplicar a los Diputados que aquietasen a la turba. También dijeron que era necesario el uso de la fuerza pero que para ello debían tantear a los Comandantes de los Cuerpos, quienes verdaderamente tenían su control. Así, se cita a los Comandantes que llegan al Cabildo a las nueve y media de la mañana. Le tocó al Síndico Procurador Leiva interpelarlos sobre la posibilidad de sostener al gobierno de la Junta formado por el Cabildo Ordinario. De los quince Comandantes, solo tres nada dijeron. Los restantes doce comunicaron que el descontento del pueblo y la tropa era tal que no solo no podían sostener al gobierno constituido sino que les costaba sostenerse a ellos mismos. Pidieron la destitución de Cisneros y la formación de una nueva Junta. El Síndico les pidió que pusieran por escrito su petición. Así lo hicieron. Este escrito fue firmado por un número considerable de religiosos, vecinos, comandantes y oficiales de los cuerpos. Los firmantes fueron 401, de los cuales 290 eran militares, 95 civiles o paramilitares y 16 frailes. Son estos quienes a nombre del “pueblo” exigen la formación de una nueva Junta de Gobierno. Luego de entregado el Petitorio, Leiva pide que este sea ratificado por el “pueblo”, tal era este quien lo pedía. Los peticionantes aceptaron y saliendo al balcón del Cabildo a las doce del mediodía, el Síndico Procurador se encontró con que no había tal “pueblo”, lo que lo llevó a expresar la famosa frase “¿y el pueblo donde está?”. El Mayor Balcarce frente a esta pregunta, y sabiendo que no había tal “pueblo” sino, como afirmó el hermano de Juan Manuel Beruti, “un corto número de gentes” y que “a la Plaza no asistió más pueblo que los convocados para el caso[1], le respondió que sino aceptaban su petición se mandaría tocar generala para que se abriesen los cuarteles. Leiva entendió lo que Balcarce le decía y aceptó sin dilación.

En realidad, los Comandantes revolucionarios habían incitado esta ebullición fuera del Cabildo y en los pasillos del mismo para presionar a los cabildantes a destituir a Cisneros de la Junta.

De esta manera, el ex virrey renuncia a la Presidencia y a la Junta pues no quiere entregar la Comandancia de las Armas. No le interesa el mantenimiento de las funciones políticas sino las militares que eran las que decidían la situación. Seguido a esto, los Comandantes, que sacándole el apoyo a Cisneros habían hecho que caiga, entregaron la potestad de elegir otra Junta al Cabildo Ordinario. Pero para que no sucediera lo mismo que el 24 “le mandaron hecha la lista de los nuevos miembros de la Junta Gubernamental.



[1] MARFANY, Roberto, p.233.

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