Dos frases de Perón muy contrapuestas. Aunque la primera es de dudosa procedencia pues Silvano Santander, quien la cita, era opositor al gobierno de Perón y formaba parte de la comisión investigadora para las actividades nazis en la Argentina , tuvo que exiliarse a Montevideo desde donde comenzó su prédica contra el régimen y a favor de la “democracia”. Muchos datos a tener en cuenta para dudar de las investigaciones de este personaje. Por un lado, seguramente recibió ayuda de Estados Unidos para estas investigaciones que luego se transformaron en campaña política opositora. Por otro lado, es significativo el lugar del exilio: Montevideo. Recordemos que todos los masones y liberales antirrosistas se exiliaron en Montevideo o Chile, pues desde allí recibían ayuda del extranjero. Por último, estos mismos argentinos antirrosistas que conspiraban contra el régimen nunca tuvieron problemas en mentir si era necesario. También podría ser el caso de Silvano Santander. No lo sabemos, pero podemos dudarlo.
Por otro lado, también hay que tener en cuenta que Perón no se caracterizo por su coherencia doctrinal ni tampoco por sostener a raja tabla sus convicciones. Como buen político moderno si el auditorio quería escuchar esto o aquello, él no tenía problema en decírselo. Igualmente estas conclusiones son a partir del estudio de Perón desde 1943 hasta 1973 y puede pecar de a-histórico al no considerar que el estadista puede haber cambiado: era de sostener sus convicciones y luego no. Pero ya en el gobierno de la Revolución demostró sus dotes de oportunista. Tampoco podemos ser determinantes en este punto.
Sea como fuere, estas frases son para pensar
Según el informe Meynen, ministro consejero de la embajada alemana en la Argentina hacia 1943, María Eva Duarte le habría mostrado una carta del Coronel Perón donde decía:
“Los trabajadores argentinos murieron como animales de rebaño y como tales morirán. Para gobernarlos basta darle comida, trabajo y leyes para rebaño, que los mantengan en brete.”
Santander, Silvano: Técnica de una traición. Juan Domingo Perón y Eva Duarte agentes del nazismo en la Argentina. Buenos Aires, Edición Argentina, 1955, p. 56.
Vicente Sierra termina el capítulo XI de su Historia de las Ideas Políticas en la Argentina con una cita del Coronel Juan Domingo Perón. Leámosla.
“La riqueza espiritual que, con la cruz y la espada, España nos legó -esta cruz y esta espada tan vilipendiadas por nuestros enemigos y tan encarnecida por los que con su falsa advocación medraron- fue marchitándose hasta convertirse en informe montón irreconocible hecho presa después del fuego de los odios y de las envidias que habían concitado con su legendario esplendor, Pero antes de convertirse definitivamente en cenizas, las pavesas del incendio aún nos bastarán para que en nuestras manos, se convierta en antorchas que, remozando el "alma mater" de la universidad argentina, traspase las fronteras, despierte la vacilante fe de los tibios y semidormidos pueblos que aún creen más en las taumaturgias del oro que en los veneros que encierran el espíritu y la voluntad de trabajar y ennoblecerse y tenga aún fuerzas suficientes para llegar al corazón de Castilla y decir con acento criollo y fe cristiana: ‘¡España, Madre Nuestra, Hija eterna de la inmortal Roma, heredera dilecta de Atenas la grácil y de Esparta la fuerte, somos tus Hijos del claro nombre; somos argentinos, de la tierra con tintineos de plata, que poseemos tu corazón de oro! ¡Cómo bien nacidos hijos salidos de su seno te veneramos, te recordamos y vives con nosotros! Precisamente porque somos hijos tuyos, sabemos que nosotros somos nosotros. Por esto, sobre lo mucho que tú nos legaste, hemos puesto nuestra voluntad de seguir hacia arriba hasta escalar nuevas cumbres y conquistar nuevos laureles que se sumen a los ya eternos que supimos conseguir. Por esto abrimos de nuevo las viejas arcas que guardan los restos de la cultura que esparciste por el mundo a la sombra de banderas flameantes defendidas por espadas invencibles. Tus filósofos, poetas y artistas, y tus juristas, místicos y teólogos, cuando vieron que las antorchas de la revolución espiritual y el vaho del materialismo hacían peligrar el tesoro secular que acumulaste, decidieron ponerlo a buen recaudo, que evitara su profanación.
Pasaron los siglos del olvido y las horas de ingratitud, Nosotros, los argentinos, tus hijos predilectos, hemos labrado en el frontispicio de nuestras universidades una leyenda de imperial resonancia, una leyenda de filial gratitud y de solar hogareño, una leyenda que dice: ‘¡NO SE PONDRA JAMAS EL SOL DE NUESTRA CULTURA HISPANICA!."
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