El miércoles 18 de febrero se ha realizado una Marcha del Silencio en homenaje al fallecido
fiscal Nisman convocada por un amplio grupo de fiscales argentinos. Se ha
realizado en paz pero ha dejado, por lo menos para mi, un sin número de
interrogantes y paradojas.
La marcha fue convocada por fiscales federales
para honrar la memoria del fiscal. Las personas que han asistido movilizadas
por este llamado o conocían profundamente la labor y vida de Nisman (lo cual
dudo mucho), o aceptaron el testimonio de los fiscales federales sobre la labor
y vida del fiscal muerto. Es imposible honrar la
vida u obra de alguien sin conocerlo.
Los medios de comunicación se encargaron de
recoger los testimonios de los asistentes y, entre los que pude oir, la mayoría
asistía a la misma por el objetivo propuesto y para pedir Justicia por él y, sobre todo, para todos.
He aquí la paradoja. ¿Si la ciudadanía acepta el
testimonio de los fiscales sobre la intachable vida y obra de Nisman cómo puede
pedir justicia (exceptuando de esta afirmación el caso del fiscal, por
supuesto)? Los asistentes les creen a los fiscales en su testimonio
sobre Nisman pero no les creen cuando forman parte del aparato de justicia. Una
gran contradicción. Por supuesto que muchos contestarán que quienes asistieron
a la marcha eran miembros intachables de la justicia perseguidos por el poder,
pero lo que emanaba de los reportajes a vuelo de pájaro era un gran malestar
con la justicia en su conjunto.
¿Y entonces por qué fue la ciudadanía a marchar
apoyando a quienes convocaron pero cuestionándolos en su labor judicial?
La primera respuesta que se me viene a la mente
es que, a pesar del malestar con la justicia, prefirieron marchar movidos por una gran indignación que asola a la sociedad argentina y que
no se le puede achacar solamente a la política, ya sea oficialista como
opositora. Esta marcha fue una especie de
catarsis de muchos de aquellos que no son escuchados, o que sufren la falta de
justicia en todos los órdenes de la vida. Queda más que claro que la
gran masa ha sido movilizada por el aparato mediático y esa es la clave de las
contradicciones. Una mezcla de impotencia generada por la difícil cotidianeidad
producto de las malas políticas gubernamentales azuzadas por los medios de
comunicación en guerra permanente con el poder.
Pero ¿por qué ahora? Esto es solo la punta del
iceberg. Sobre este conflicto magnificado por el poder,
vaya a saber por qué (o sí sabemos por qué con solo leer al nefando Laclau), se
ha subido otro poder aún más poderoso y letal del que el gobierno era aliado
pero ya no lo es.
Escuchando al Dr. Labake quien ha tenido acceso
al informe confidencial que la CIA le entregó al jefe de la SIDE en la
presidencia de Eduardo Duhalde, Angel Toma, nos podemos hacer una imagen más o
menos clara de la labor del fiscal Nisman. Era este hombre, puesto por uno de
los personajes más poderosos dentro de la SIDE, Stiusso, el encargado de llevar
adelante este informe confidencial “lleno de fantasías”, según el Dr. Labake,
para culpar a los iraníes. Por supuesto que los Kirchner aceptaron estas reglas
de juego (y si leemos las últimas protestas de la Cancillería Argentina nos
daremos cuenta que el poder sigue en esta línea) para congraciarse con Israel
generando una alianza tácita entre la DAIA y el gobierno de los Kirchner.
La ruptura de la alianza se dio con la
intención política del Memorandun y no tanto por su aspecto judicial (que es
impugnable), pues en el mismo se intentaba escuchar a los supuestos implicados
en el atentado a la AMIA en una Comisión independiente de los grandes poderes
trasnacionales. Pero lo que más molestó al poder
internacional es la libertad con que el gobierno negoció con China y el peligro
de que Nueva York deje de ser la plaza de renegociación de la deuda, todo ello apoyado
por el gigante asiático.
¿Esta al tanto la presidente de todos estos
pormenores internacionales? La verdad, lo dudo. Entonces ¿por qué toma ese
rumbo?
La política kirchnerista se ha basado
constantemente en la recaudación de fondos, de manera lícita como ilícita, para
hacer política. Sin dinero no se puede hacer política, decía Néstor Kirchner, y
el sistema argentino no tiene un sistema limpio de subvención de la política,
por lo que “demos rienda suelta a hacer caja!”. En definitiva, los virajes en
política internacional del gobierno no son más que búsquedas del vil metal para
el Proyecto Nacional y Popular... y resguardar judicialmente a los personajes
más nefastos del mismo.
No puedo creer que este gobierno
se haya puesto en la vereda de enfrente del sionismo por convicción pues nunca
lo ha demostrado en ninguna de sus políticas, ya sean económicas como sociales.
El Nacionalismo debe estar con la Patria, pero
ni Estados Unidos, ni Israel, ni las Naciones Unidas, ni China, ni el gobierno
nacional son la Patria, o por lo menos, lo que entiendo por Patria.