“En los parajes sombríos de la historia, el hombre debe
resignarse a mirar con paciencia las soberbias humanas.”
(Nicolás Gómez Dávila)
Introducción
El 24 de noviembre de este año apareció
un artículo muy interesante en el sitio Página Transversal titulado “Algunas reflexiones sobre la creación del eurasianismo intelectual”. El autor del mismo
es Gábor Vona, líder del partido político
húngaro Magyarországért Mozgalom (Movimiento Por una Hungría Mejor), abreviado
habitualmente como Jobbik.
Diagnóstico
y propuesta de Gabor Vona
El líder húngaro parte del supuesto de que “el mundo
globalizado de hoy está en crisis” y que esa crisis es consecuencia
del carácter antitradicional de la globalización. La región euroatlántica “se esfuerza por
imponer su propio modelo económico, político e intelectual al resto del mundo
de una forma inorgánica, por la fuerza directa e indirecta, y con una clara
intención de dominarlo”. La crisis no es económica, política, ni es producto
del famoso choque de culturas o civilizaciones, sino que el origen de la misma es
“una crisis
del intelecto humano, y puede ser caracterizada como un conflicto entre los
valores tradicionales (el significado convencional, normal, humano) y la
antitradición (el significado moderno, anormal, subhumano), que actualmente
domina el mundo cada vez más”.
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Gabor Vona |
Asimismo, para Gabor Vona, el euroatlantismo
puede ser identificado como la antitradición y es Occidente el que “lleva la crisis
consigo, de tal modo que cuando coloniza el mundo, de hecho extiende también un
virus intelectual”
El líder del partido húngaro considera
que el verdadero problema del euroatlantismo es su naturaleza antitradicional y
que para hacerle frente no basta con construir otro frente antitradicional sino
que se debe presentar “una respuesta supranacional y tradicional a la crisis
internacional”.
Se pregunta por qué no se puede dar una
respuesta tradicional dentro del marco euroatlántico. Su respuesta es clara: la
modernidad antitradicional nació en Occidente, Occidente que tuvo bases
tradicionales mucho más débiles que las de Oriente. Concluye diciendo:
“La realidad es que el establecimiento de un marco tradicional
verdaderamente supranacional sólo puede venir desde el Oriente.”
El fundamento de la resistencia a la
corrupción que viene del Occidente y de la restauración mundial es la Tradición
Metafísica como único centro intelectual fecundante del euroasianismo. En este
punto Vona se apoya en el concepto de Tradición Metafísica desarrollado por
René Guenón, Julius Evola y Frithjof Schuon considerándolos “las figuras
clave en la restauración de la filosofía tradicional, fueron los que tuvieron
la comprensión más profunda y más clara de lo trascendental, metafísica unidad
de las religiones y de las culturas de Oriente y Occidente.” Y
concluye que “sus
enseñanzas se remontan a esas fuentes intelectuales antiguas que pueden
proporcionar un sentido de comunión para el despertar de los cristianos, los
ortodoxos, los musulmanes, los hindúes y los budistas de Occidente”
He aquí la clave para la lucha y el
éxito del euroasianismo: “un fundamento que pueda garantizar perspectivas
supranacionales y suprareligiosas, así como también una centralidad
intelectual. La Tradición metafísica puede garantizar estas dos: universalidad
y cualidad.” Así, el euroasianismo se transforma en un proceso
civilizador mundial que no homogeniza las culturas sino que les da un marco en
donde desarrollar sus tradiciones. Por eso dice el húngaro que “cada región, nación
y país debe encontrar su propia forma de encajar orgánica y armoniosamente en
sus propias tradiciones el enfoque filosófico tradicional del eurasianismo
intelectual.” Y concluye que “el eurasianismo intelectual promueve la auto-realización
y la consecución de los objetivos intelectuales de todas las naciones y
culturas en su propio espacio.”
En conclusión, el euroasianismo
intelectual propuesto es la creación de un frente “tradicional”, la unión de
las tradiciones religiosas que han sido desplazadas del centro de la escena
luego de perder la batalla intelectual y material contra la modernidad
occidental.
¿Qué
es la Tradición Metafísica?
La Tradición Metafísica es el concepto
guenoniano de Tradición Primordial: desde el inicio histórico de la humanidad
existió una Tradición única de donde abrevaron las demás tradiciones
religiosas, algo así como la matriz de donde surgieron las tradiciones
particulares. Estas han sido moldeadas por la mentalidad de cada pueblo.
“El criterio de ortodoxia de cada forma tradicional particular, vale
decir su legitimidad o autenticidad institucional, se mide en relación al
vínculo interno u esotérico que mantengan con la tradición primordial. Es ella
las que las nutre con su sabia o influencia espiritual. Existen niveles de
graduación al interior de cada tradición sagrada que van desde lo más exterior
(exotérico) hasta lo más interior (esotérico).
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René Guenón |
La adaptación contingente en el devenir histórico es lo que hace
que exteriormente todas estas tradiciones presenten una anatomía diferente, pero esta diferencia exterior es solamente
formal y accidental pues en el fondo todas son lo mismo y se identifican
esotéricamente con la tradición primordial. Cada tradición tiene su propia
forma dependiendo la mentalidad del pueblo o raza en la que se haya
desarrollado pero en el fondo todas comparten un mismo conocimiento metafísico
y simbólico proveniente de la Tradición Primordial. La obra de Rene Guenon es
fundamental en ese sentido ya que proporciona las "claves" necesarias
para acceder a la comprensión
intelectual (revelación cognitiva) de este núcleo metafísico y principal al
interior de todas las tradiciones” [1]
¿Qué
consecuencias puede traer esta teoría?
Primero y principal, la formación de un
Imperio Mundial con un centro intelectual (o que se arrogue ser el centro
intelectual) origen y fundamento de todas las tradiciones particulares. La
Historia nos ha mostrado como un Imperio puede caer en la más clara opresión: el
Imperio Romano era una unidad política y espiritual que permitía todas las
tradiciones religiosas pero castigaba duramente a quienes se nieguen a rendir
culto público al emperador. La condición sine
qua non para pertenecer al euroasianismo es aceptar la llamada Tradición
Primordial, presupuesto sin el cual es imposible no solo fundarlo sino convivir
con él. ¿Qué pasaría si nuestra Tradición no acepta la Tradición de otro
pueblo? ¿Solo se solucionaría con el concepto geopolítico de multipolaridad?
¿Serían unidades cerradas sin conexión pero respetuosas unas de otras? ¿Por qué
se va a dar ese respeto? La historia demuestra que cuando los pueblos vivían en
sus tradiciones, cuando la modernidad aún no existía, tampoco había concordia y
paz.
Segundo. Se desprende de esta teoría una
concepción jerárquica en cuanto al acercamiento que cada tradición particular
tenga a la Tradición Primordial (esotérico): cuanto más cerca este del núcleo
esotérico más perfecta será esa tradición particular. Ahora bien, ¿quién o
quiénes definen cuan cerca está cada tradición particular del centro
intelectual? Los iluminados, una elite tradicional que ha sido iniciada en los
secretos primordiales. De hecho, para René Guenón la única institución
occidental que permite la iniciación en los misterios de la Tradición
Primordial es la masonería [2].
La
paradoja de la Tradición
Nuestra Tradición es Católica (que
significa Universal). Para nosotros la Tradición es una de las fuentes de
nuestra Fe, junto con las Sagradas Escrituras, donde están las enseñanzas del
Fundador de la Iglesia Católica, Jesucristo, y el Magisterio. Jesucristo fundó
a su Iglesia y puso como vicario a San Pedro a quien le prometió la asistencia
del Espíritu Santo para enseñar su doctrina y gobernar su Iglesia. La Iglesia
es Apostólica, en Ella se transmite este poder de gobernar, generación tras generación,
hasta el fin de los tiempos, pues así nos lo prometió el Mesías.
Para nosotros Jesucristo es el Mesías
que vino a pagar la deuda que el ser humano tiene desde el Pecado Original,
deuda infinita por ser el ofendido Infinito, y que solo puede satisfacer su
Divino Hijo, que es Verdadero Dios y Verdadero Hombre. Él es la fuente de toda
tradición, de toda verdad.
Jesucristo, que es Dios, ha Revelado
todo lo necesario para nuestra salvación. Nada más se puede saber, nada más se
puede conocer. Y lo ha hecho público, como lo demostró con su vida. El grado de
comprensión de la Verdad depende de la disposición de cada alma a la Gracia
Divina, y no de su iniciación a esa Verdad. Todo está ahí, no hay nada oculto.
De hecho, Revelación quiere decir eso: manifestar una Verdad que estaba oculta,
hacerla pública y para todos.
Jesucristo dijo “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie
va al Padre sino por mí.” (Jn 14:6)
siendo el Padre la Sabiduría Plena, la Suma Bondad, la Justicia, el Amor. El
Camino que Dios nos da es la Iglesia Católica fundada por su Divino Hijo. Fuera
de ella no hay salvación, fuera de ella no se llega a la Sabiduría Plena y
Total. Podrá haber destellos de esta Verdad diseminados por el mundo, sí, pero
ya no son necesarios buscarlos pues se han mostrado a todas las naciones y a
todos los hombres (o casi todos) en la Iglesia de Cristo.
La
propuesta gomezdaviliana: el reaccionario.
No queremos atacar a esta propuesta
contra la modernidad ya que de hecho nos ha dado muchas alegrías. Aceptamos la
buena voluntad de sus impulsores y entendemos que en tamaño desorden se hayan
enfocado en dichos autores. Su lucha puede darnos la libertad necesaria para mostrarle
a Jesucristo, a la verdadera restauración en Cristo, como pedía San Pio X. Pero
no podemos aceptar los principios filosóficos que mueven al euroasianismo
intelectual propuesto por Gabor Vona porque van contra nuestra tradición
cristiana.
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Nicolás Gómez Davila |
¿Cuál es, entonces, nuestra posición?
Nuestra posición es la del reaccionario gomezdaviliano.
No somos conservadores, somos
reaccionarios. Gómez Dávila decía que “el conservatismo de cada época es el contrapeso a la
estupidez del día” [3]. El conservador sostiene el sistema. Nosotros
queremos eliminarlo.
Entonces, ¿somos tradicionalistas al
estilo de Burke, por ejemplo? Tampoco. Porque quien hoy “parta de postulados similares a los de
esos hombres tiene que ser partidario de una violencia revolucionaria análoga a
la que ellos criticaron” [4].
No queremos vivir en el pasado y tampoco
vivir pensando en el futuro, queremos ir más alto.
“Si el progresista se vierte hacia el futuro, y el conservador
hacia el pasado, el reaccionario no mide sus anhelos con la historia de ayer o
con la historia de mañana. El reaccionario no aclama lo que ha de traer el alba
próxima, ni se aferra a las últimas sombras de la noche. Su morada se levanta
en ese espacio luminoso donde las esencias lo interpelan con sus presencias
inmortales”
[5]
La virtud de la esperanza nos guía. No
esperamos ningún triunfo humano, pero estaremos ahí cuando la lucha arrecie.
Nuestra actitud es expectante pero nuestra reacción, cuando el tiempo sea
propicio, será determinante. Gómez Dávila decía que “cuando el tedio y el asco engendren
tiempos propicios, la reacción no será trivialmente revolucionaria sino
radicalmente metanoiática” [6]. Pedimos el cambio espiritual que
luego ordenará los demás aspectos de la realidad humana. Nos preparamos para gobernarlo
pero no gobernamos, porque “el reaccionario que intenta gobernar en tiempos
democráticos envilece sus principios imponiéndolos con procedimientos
jacobinos. El reaccionario no debe confiar en aventuras sino esperar una
mutación de la mente” [7].
No es miedo, no es espanto, no es
detención el estado en el que estamos, es expectación.
“El reaccionario no se abstiene de actuar porque el riesgo lo
espante, sino porque estima que actualmente las fuerzas sociales se vierten
raudas hacia la meta que desdeña. Dentro del actual proceso, las fuerzas
sociales han cavado su cauce en la roca, y nada torcerá su curso mientras no se
desemboquen en el raso de una llanura incierta. La gesticulación de los
náufragos solo hace fluir sus cuerpos paralelamente a distinta orilla.” [8].
Notas
[2] Guenón, René: Ideas sobre la iniciación, Villain y Belhomme - ed. tradicionales,
París, 1973, p. 41.
[3] Gómez Dávila, Nicolás: Escolios, II, p.366.
[4] - Notas, p.287
[5] - El reaccionario auténtico. En: Revista Universidad de Antioquia,
Vol. 240, 1995, p.19
[6] - Escolios, II, p.146
[7] - Escolios, I, p.381
[8] - El reaccionario auténtico
Lic. y Prof. Mario Accorsi